Hola te saluda Armonía, estaba pensando en la infancia y recordando algunos pormenores de esa época en un rato que se fue la luz y no tuve internet y recordé aquella época allá por los años 80’s cuando crecí como una niña inquieta, curiosa, berrinchuda, creativa y solitaria, pese a que crecí junto a mi hermana 2 años menor, prefería pasar tiempo sola con mis propios juegos.
Como en mi casa no había terraza ni jardín y siempre me ha gustado estar al aire libre, me subía por una ventana del segundo piso hacia el tejado de lámina, era mi refugio, tiraba una frazada y me ponía a leer libros de cuentos, luego me quedaba viendo las formas de las nubes y creando historias, que podía volar, que tenía un hada madrina que me cumpliría mis deseos, que las aves eran mis amigas y en fin, hasta que a lo lejos escuchaba el grito de mi mamá ¡ya está la comida!, otro de mis momentos favoritos, hasta el día de hoy, la hora de la comida.
También era muy dedicada al realizar mis tareas escolares, siempre me gustó esa parte en mi vida, mientras más colores mejor, mientras más ordenado mejor, mientras más información mejor. Siempre tuve mi escritorio muy ordenado y pasaba horas sentada allí y cuando no había que hacer tarea, me ponía a pintar mis cuadernos de colorear, o a diseñarles más ropa a las muñecas de papel, o alguna manualidad, como una vez que le hice todo el amueblado a las barbies con cajitas y cartoncitos, el ropero hasta con cerchas de alambre y la estufa con horno y comida de plastilina.
Nunca me quedaba quieta (hasta que llegué a la adolescencia que solo quería ver televisión) pero esa historia la dejaremos para la siguiente década, los 90’s.
Y por qué estoy recordando y compartiendo estas historias con ustedes, porque de toda mi vida, mi infancia creo que fue la mejor época, nada que “creo” estoy segura.
Sencilla porque no tuve muchos juguetes yo me los inventaba, tranquila y normal diría yo.
Todos los temas de crecimiento personal y amor propio nos llevan a conectar y reconciliarnos primero con nuestro pasado, con nuestra “niña interior que vive en cada una de nosotras”.
Según la psicología de Carl Gustav Jung, el concepto del "niña interior" se refiere a una parte intrínseca de la psique humana que representa la esencia de nuestra infancia, así como los aspectos más puros y auténticos de nuestra personalidad. Esta noción se encuentra dentro del marco más amplio de la teoría junguiana sobre el inconsciente colectivo y los arquetipos.
La niña interior se asocia con la inocencia, la creatividad, la curiosidad, la espontaneidad y la capacidad de experimentar el mundo con asombro y maravilla. Representa nuestras necesidades emocionales y deseos más profundos, así como las heridas y traumas no resueltos de nuestra infancia.
Jung sugirió que la niña interior puede ser tanto una fuente de energía vital y creativa como una fuente de conflictos emocionales y bloqueos psicológicos. Si estas heridas de la infancia no se abordan adecuadamente, pueden influir en nuestras vidas adultas, afectando nuestras relaciones, comportamientos y percepciones del mundo.
Trabajar con la niña interior implica explorar y sanar estas heridas emocionales, reconectándonos con esa parte vulnerable y auténtica de nosotras mismas. Esto puede implicar técnicas de psicoterapia como la terapia de juego, la visualización creativa, la escritura terapéutica y otras formas de expresión artística que permitan acceder a los recuerdos y emociones de la infancia de manera segura y constructiva.
Al integrar y sanar a la niña interior, podemos recuperar la vitalidad, la creatividad y la autenticidad en nuestras vidas adultas, permitiéndonos vivir de manera más plena y satisfactoria.
Así que te invito a conectar pintando mandalas, consintiéndote y trabajando arte.
Únete a mi taller de “Conexión con la niña interior” y empieza a sanar ésta parte tan importante de nuestro interior y subamos ese escalón tan necesario de nuestro crecimiento personal para una vida más feliz y plena.
Nos seguimos viendo, gracias por leerme.
Abrazos!
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