Y no te quedes con las ganas, agregaría yo. Crecimos con un propósito, “según nuestros padres”, estudiar una carrera o un oficio, y dedicarnos a ello el resto de la vida, para simplemente ser “alguien en la vida”, pero ésta creencia está muy lejos de la verdad, antes no lo sabíamos pero ahora, creo que estaban equivocados.
Nacemos con un talento, el resto lo aprendemos en el camino y si bien es cierto que nos dedicamos a una “carrera” en específico, por lo menos la mayoría quienes seguimos ese antiguo consejo, nuestra alma nos pide a gritos hacer otras cosas; habría que sentarnos a reflexionar y pensar ¿qué es eso que queremos hacer?
Podríamos encontrar respuestas certeras si recordamos nuestra infancia, ¿qué era lo que más nos gustaba jugar?, ¿cómo se nos pasaban las horas y horas? Y a veces queríamos jugar a solas, que nadie nos molestara, nos interrumpiera o llegara en alguno de los casos una hermana menor o un sobrino a tirarte todo y desconcentrarte. Piensa en eso por un momento.
A mí me encantaba estar pintando, escribiendo, leyendo y haciendo manualidades, crear, colores, sin tener tanto material. Recuerdo que en mi escuela primaria (allá por los años 80’) no había mucho material para manualidades, más que la serie de papel lustre, papel de china y sí mucho papel crepé, crayones y marcadores. Entonces mi maestra (a quién recuerdo con mucho cariño) quería que las tarjetas del día del cariño, de la madre o cualquier otra las hiciéramos decoradas. Ella nos daba una ilustración en una fotocopia y teníamos que hacer una obra de arte.
El papel lustre no me daba mucho por dónde elegir, así que utilicé dos recursos que me hicieron destacar del resto de compañeras. Iba donde doña Amparito, una amiga de mi mamá que era “modista” y le pedía que me regalara retazos de tela, salía de allí con una tremenda bolsa de pedacitos de tela de todos los colores y todas las texturas. Luego iba donde mi tía que tenía un “salón de belleza” y le pedía revistas que ya no usaba, de esas Cosmopolitan, Vanidades y no recuerdo qué otra marca que leían las clientas mientras les hacían sus peinados, tintes y permanentes. En esas revistas encontraba todo un mundo de colores, formas, diseños, texturas. Así que mis tarjetas era únicas, ¡Fantásticas! Diría yo.
Lo que te quiero decir con esto, es que la vida está en usar nuestra creatividad, así que busca algún arte que te guste: pintura, música, danza, escultura, teatro, literatura de todo hay y aunque sea en tu tiempo libre, aprende algo nuevo.
Aquí el dato científico: quizás hayas escuchado sobre la “plasticidad cerebral”. Esto afirma que somos capaces de modificar hábitos o conocimientos predeterminados y aprender cosas nuevas. Hay que usar nuestro cerebro, pues las células mueren si ya no lo ponemos en movimiento. Pero si las usamos, las células muertas son reemplazadas por nuevas. De esta manera, podemos aprender hasta el final de nuestra vida. ¡Qué genial!
Así que amigos, ¡manos a la obra! Nunca es tarde para aprender.
Por: Claudia Bermúdez W.
Comments