A lo mejor es solo una película o un mal libro de ficción que tendrá un capítulo final, y la segunda parte será mejor. A todos nos ha afectado ésta situación que no quiero nombrar, pero hoy estaba reflexionando un tanto acongojada sobre mis talleres presenciales.
La capa de polvo que cubre la librera con todo mi material, la mesa de cafetería que se desordenó y ahora tiene libros y otras cosas y el salón en general, silencioso, con la presencia inexistente de las risas de mis alumnas, sus historias, la energía que se sentía, todo desapareció desde marzo del 2020.
Los planes de la agenda de ese año se quedaron vacíos y las lágrimas de ese vacío que sentí, no se aún ¿cómo expresarlo?, como si todo mi mundo se hubiera acabado y me encontrara flotando en el mundo disperso entre la realidad y la ficción de mi mente creativa, solo quería desaparecer.
¡Ponéte a pintar!, fue el consejo “sabio” de mi mamá. Y eso hice, tomar mis pinturas, mis lienzos y pintar mandala tras mandala. Luego alguien me dijo que vendería mis botellas, que estaban “muy bonitas” y me puse a pintar botellas como loca, tanto que ya no tengo ni dónde ponerlas, porque el chico en cuestión no las vendió. Pero eso me motivaba a levantarme todos los días, a soportar el encierro, la situación, las circunstancias. Aunque pinté tanto el año pasado, que éste año se me están secando las pinturas porque no he tenido ánimos de pintar.
Los meses pasaron y un buen amigo y colega me daría otro “sabio consejo” o más bien un reto: ¿por qué no da talleres virtuales?... cuando yo todavía lloraba por mis alumnas ausentes.
No fue fácil, mi computadora ya está muy viejita y las pruebas que hice entre Googlemeet y Zoom no eran funcionales, también me tocó como a muchos, recapitular sobre la tecnología ya adaptarme. Afortunadamente mi “Tablet” ha sido mi salvación y eso me ha hecho feliz.
Pero no podía quedarme de brazos cruzados y gracias a los ánimos de mi amigo y mi mamá, quienes siempre me apoyan en mis locuras de mis “talleres” (a quienes les agradezco siempre), empecé a trabajar el taller de pintura en puntillismo virtual, no recuerdo la fecha, creo que fue en julio del 2020. Entonces le agarré el gusto, no es lo mismo un taller presencial que uno virtual, claro está, espero me comprendan esto, pero es interesante integrar nuevas técnicas, conocimientos y estrategias al mundo “virtual”.
Así que heme aquí, guardando en un cofre de “recuerdos” las fotos de los talleres presenciales con una nota firmada con sangre, con la palabra “volveré” porque tarde o temprano ésta situación será manejable y volveremos a vernos en persona.
El salón allí está, pero por ser casa de familia tengo que proteger a mis padres que son de la tercera edad, por lo que aunque me vuelva loca y trate de auto terapearme con mis libros, manadalas y más… no dejo de extrañar lo tan extrañable.
Así que no me pidan talleres presenciales porque me muero de la tristeza, valoremos lo que tenemos hoy, ¿¡tanto que me pedían talleres virtuales, para llegar a otros departamentos de Guatemala!? ahora aquí están con mucho cariño para ustedes, mis alumnas y alumnos.
No tengo un sistema eficaz todavía de “cobro internacional”, no he podido darle la atención que se merecen todas las personas interesadas de otros países, les agradezco me tengan paciencia que la luz divina llegará y pronto podré atenderles como se merecen.
Gracias por leerme y por compartir y por todo en mi página. Todos estamos juntos en éste “barco” cada quién llevando la marea como puede, yo apoyo en lo que pueda, y aquí estoy con mis talleres de arte con mandalas y crecimiento personal, que es mi misión ya encomendada y lo hago con tanta emoción y felicidad, aunque los sentimientos, ahora, sean ambivalentes.
Abrazos
Claudia (Armonía)
PS. Para quienes no me conocen, les contaré otro día de dónde nace mi nombre artístico y espiritual “Armonía”
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